
Paula Hidalgo Ayuso
Respuestas Creadas en el Foro
Este módulo me ha servido para darme cuenta de cómo la economía mundial se beneficia de los trabajos de cuidados, ejercidos mayoritariamente por mujeres (por lo menos en occidente, que es lo que conozco). A la hora de buscar reformas del sistema actual, es importante reclamar sueldos para las personas que ejercen esos cuidados porque sin ellos sería imposible la explotación de les trabajadores por parte del Estado y las empresas, puesto que, mientras que algunas personas trabajan, otras les aportan todo lo necesario para que puedan ejercer ese trabajo. Con esta reforma las personas seguirían estando explotadas, pero por lo menos gran parte de la población recibiría parte del dinero que merece por la jornada de trabajo que ejerce actualmente en la sombra.
Mi lugar de enunciación es el de una mujer blanca, paya, cis, joven, nacida y crecida en España, con estabilidad económica y familiar, bisexual, sin diversidad funcional, que se ajusta a la norma estética heteronormada, con estudios universitarios y con posibilidad de viajar y vivir en otros países por libre decisión.
Ganar consciencia acerca de mis privilegios ha sido y está siendo todo un trabajo, un aprendizaje constante. Todavía me descubro creyéndome con la potestad de hablar por otres o sintiéndome superior por mi posicionamiento político, mis experiencias, mis decisiones de vida, etc. Entiendo que es un proceso que no acaba nunca, y sólo intento reducir todo lo posible la opresión que ejerzo mientras voy aprendiendo y desandando el camino marcado.
Debido al hecho de vivir en una cultura colonizadora, hemos interiorizado formas de relacionarnos dominantes e impositivas. Como mujer blanca española, he podido percibir que las relaciones sociales de mi entorno se han basado a menudo en relaciones de poder, en el miedo fallar, en colocarnos unas por encima de las otras y en demostrar cuán superior eres con respecto al resto (ya sea por tus estudios, trabajo, viajes, liderazgo, posición social…). Considero que en nuestra cultura rechazamos la vulnerabilidad, y nuestra manera de deshacernos de ella es colocarla en el otro, juzgando todo aquello que consideramos diferente y universalizando nuestra manera de ver el mundo, como si fuera la única válida.
Por otro lado, al no sufrir ciertas opresiones, no somos conscientes del privilegio que tenemos con respecto a otros grupos, y tendemos a generalizar nuestra propia opresión a todo lo demás. Creo también que, tras haber ganado consciencia acerca de la opresión que sufrimos las feministas blancas, hemos abrazado el victimismo y nos cuesta aceptar que el dolor que hemos vivido por causa del patriarcado es muy similar al que otras personas sufren por consecuencia de nuestras propias prácticas colonizadoras. Creo que la culpa nos quema, y centrandonos en nuestro dolor desviamos la atención del dolor que generamos a otras, y nos desresponsabilizamos de cambiar nuestras prácticas opresoras.
La racionalidad y el cientificismo también son características occidentales consecuentes del colonialismo, puesto que con la invasión se rechazaron todos los saberes y la espiritualidad ancestrales de las comunidades colonizadas, primando la forma de pensar europea, supuestamente más “racional” e inteligente. Lo que hace la institución académica es colocar la racionalidad por encima de los demás saberes, puesto que considera válido únicamente aquello que se puede demostrar científicamente. Pero, ¿quién tiene acceso a la academia? Se universaliza el conocimiento que crean las personas con el privilegio de llegar a ella, puesto que en muchas ocasiones los grupos minorizados no llegan (o no quieren acceder) o, si lo hacen, sus conclusiones son invisibilizadas si ponen en cuestión las teorías imperantes. De esta manera, se perpetúa que en movimientos sociales como el feminista se rechace aquello que no se corresponde con la teoría imperante, alejándose así de la práctica y del conocimiento de realidades diferentes a la única visibilizada.