• Roberto

    Miembro
    1 de octubre de 2022 a las 5:58 pm

    El capitalismo feroz en el que vivimos basado en una anacronía entre lo que aparentamos y lo que somos: Lo que aparentamos en una sociedad basada en el individualismo y la competitividad asumida desde que somos niñas y niños, y lo que vivimos en realidad. Lo que exponemos en las redes sociales y nuestra vida real. Una falta de valores sobre el medio ambiente, los seres vivos (No sólo las personas), la solidaridad vecinal, comunitaria a menudo casii inexistente en grandes ciudades, excepto por iniciativas de entidades y asociaciones sin ánimo de lucro, una falta de visión feminista del desarrollo que todavía no nos permite la división de la responsabilidad y el trabajo dentro y fuera del hogar, de los cuidados de hijos y personas dependientes, de los intereses de los gobiernos que se contradicen fomentando ayudas para la “Educación para el desarrollo” a zonas de conflicto y al mismo tiempo vendiéndoles armamento, y sobre todo en la propia naturaleza del ser humano que pugna por ser territorial, por la propiedad privada, y al mismo tiempo por sobrevivir en un mundo donde cada vez son más escasos los valores humanos, los recursos naturales y derechos como el acceso al trabajo, a la vivienda, a la igualdad efectiva mujer-hombre, etc.

    Recogidos y formulados en textos legales, pero no desarrollados a pié de sociedad civil.

    Es cierto y fundamental, que la educación es el primer paso para evitar y prevenir creencias y comportamientos que van en contra de la propia especie humana.El capitalismo feroz en el que vivimos basado en una anacronía entre lo que aparentamos y lo que somos: Lo que aparentamos en una sociedad basada en el individualismo y la competitividad asumida desde que somos niñas y niños, y lo que vivimos en realidad. Lo que exponemos en las redes sociales y nuestra vida real. Una falta de valores sobre el medio ambiente, los seres vivos (No sólo las personas), la solidaridad vecinal, comunitaria a menudo casii inexistente en grandes ciudades, excepto por iniciativas de entidades y asociaciones sin ánimo de lucro, una falta de visión feminista del desarrollo que todavía no nos permite la división de la responsabilidad y el trabajo dentro y fuera del hogar, de los cuidados de hijos y personas dependientes, de los intereses de los gobiernos que se contradicen fomentando ayudas para la “Educación para el desarrollo” a zonas de conflicto y al mismo tiempo vendiéndoles armamento, y sobre todo en la propia naturaleza del ser humano que pugna por ser territorial, por la propiedad privada, y al mismo tiempo por sobrevivir en un mundo donde cada vez son más escasos los valores humanos, los recursos naturales y derechos como el acceso al trabajo, a la vivienda, a la igualdad efectiva mujer-hombre, etc.

    Recogidos y formulados en textos legales, pero no desarrollados a pié de sociedad civil.

    Es cierto y fundamental, que la educación es el primer paso para evitar y prevenir creencias y comportamientos que van en contra de la propia especie humana.